Alguien llenó mi césped de basura. Al día siguiente, me di cuenta de que las ruedas de mi coche estaban pinchadas. Dos semanas después, recibí una carta y me asusté mucho.
Mientras tanto, ayer mismo, mi mujer y yo invitamos a cenar a nuestros vecinos, Amanda y Jim. Nos han apoyado mucho durante todo este calvario.
Cuando salí al balcón a tomar un poco de aire fresco, Amanda también estaba allí, y perdí los nervios:
Yo: “¡¡Simplemente no puedo entenderlo!! Hace poco recibí una carta que decía: ‘Tienes que hacerte cargo de eso'”.
Ella: “Oh, ¿así que recibiste TODOS MIS mensajes para ti? Supongo que
…“supongo que ya sabes que no me gustan los intrusos en mi barrio.”
Me quedé helado.
Amanda sonrió de una manera que no encajaba con la vecina amable que había conocido. Me explicó, con una tranquilidad escalofriante, que todo lo que había pasado —la basura, las ruedas pinchadas, la carta— era su forma de “animarme” a vender la casa rápido y barato… para que su primo pudiera comprarla.
No me vio sacar el teléfono del bolsillo y grabar cada palabra.
Esa misma noche envié el audio y un resumen de todo a la policía y al abogado que me ayudó con la compra de la casa.
Tres días después, Amanda y Jim recibieron una orden de alejamiento y una investigación por acoso y vandalismo.
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